ESPIGAS: UNO DE LOS PELIGROS DEL VERANO

Tamara Redondo Sanz
Licenciada en Veterinaria.
A pesar de su aspecto inofensivo pueden provocar lesiones graves en los animales, ya que al pasear a su lado pueden enredarse en su pelo, o clavarse en las zonas más insospechadas. Son uno de los grandes quebraderos de las clínicas veterinarias en verano.
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n verano las temidas espiguillas dan más de un quebradero de cabeza en las clínicas veterinarias. Parecen delicadas e inofensivas pero, con su forma en punta de flecha, una vez se enganchan empiezan a avanzar hacia adelante hasta perforar la piel del animal y penetrar en profundidad. También es frecuente verlas ocultas bajo el tercer párpado en los ojos, en la nariz, oídos, etc. En verano se multiplican en descampados, parques, bordes de caminos y jardines, aparecen como sutiles plantas amarillentas provistas de semillas alargadas.

En realidad las llamadas espiguillas son las semillas de diferentes especies de gramíneas y en nuestra zona abundan. El riesgo aumenta cuando las espigas, al madurar, pasan de un color verde al amarillo, se vuelven más duras y se caen de la planta con facilidad. Para favorecer su diseminación, las espigas tienen una especie de gancho en la parte delantera, una forma en punta de flecha y una serie de filamentos orientados hacia atrás, que no se ven bien a ojo pero se perciben fácilmente al tacto. Con esta forma, una vez enganchadas, no pueden retroceder y el mismo movimiento del animal las hace avanzar hacia adelante. Así que cuando una espiga se clava entre los dedos, en los pliegues de la piel o en un orificio natural de un perro puede penetrar en profundidad, provocando una infección de los tejidos (con enrojecimiento, dolor, hinchazón y secreción purulenta), y causan problemas diferentes dependiendo del punto de entrada. Si el perro aspira la espiga empieza a estornudar con violencia, se frota el hocico con las patas o se restriega contra los muebles, arruga la nariz y puede llegar a perder un poco de sangre de la nariz. Si a pesar de sus intentos, el perro no consigue expulsar la espiga, puede desarrollar una infección.

Cuando se clavan entre dos dedos, el perro reacciona lamiendo la pata de forma insistente. Al entrar en profundidad, la espiga provoca una infección y en algunos casos puede dejar de apoyar la pata en el suelo o presentar cojeras de intensidad variable. Si apartamos el pelo entre los dedos podemos descubrir un pequeño orificio del que sale una secreción rosada: muy probablemente se trata del punto de entrada de la espiga.



Puedes sospechar la presencia de una espiga en un oído cuando, durante el paseo o justo después, el perro empieza de repente a sacudir la cabeza, rasca una de las orejas, se queda con la cabeza ladeada o se queja si le tocas la base de la oreja. Si intentas mirar en el conducto auditivo, normalmente no verás nada ya que la espiga rápidamente alcanza la profundidad del conducto, lo ideal en estos casos es acudir rápidamente al veterinario para evitar problemas mayores como puede llegar a ser la perforación del tímpano.

En algunas ocasiones también pueden penetrar en un ojo, provocando lagrimeo intenso, inflamación, dolor y cierre del parpado. No siempre es fácil detectar la presencia de una espiga en un ojo ya que suele quedar oculta debajo de los párpados pero, si no se elimina, además de una infección, se pueden producir úlceras corneales.



Realmente las espigas pueden penetrar en cualquier punto de la piel del animal, existen zonas menos frecuentes como son axilas e ingles. En estos casos el animal suele lamer con insistencia el punto de entrada y, a medida que la espiga avanza perforando la piel y alcanzando músculos y estructuras internas, incluso en casos graves puede alcanzar los órganos del tórax y del abdomen, se forma una fistula que drena pus al exterior, mientras la infección se difunde en profundidad.

¿Cómo puedo evitarlas? Es aconsejable evitar pasear al perro en los lugares donde haya muchas espigas, sobre todo cuando las plantas están secas e incluso cuando están recién cortadas. Si esto no fuera posible, al llegar a casa después del paseo, deberías revisar las zonas más vulnerables, prestando especial atención a los espacios entre los dedos, nariz, ojos y orejas. También es recomendable cepillar a fondo el perro después de cada paseo, teniendo en cuenta que a veces un cepillado no es suficiente y algunas espigas enredadas en el pelo solo se detectan utilizando las manos. En los perros de pelo largo y semilargo es preferible que en época de espigas se mantenga el pelo un poco más corto de lo habitual o por lo menos se deberían recortar los pelos de zonas vulnerables, como las patas, haciendo especial hincapié entre los dedos o en la cara interna de las orejas.

¿Cómo actuar? Si encuentras una espiga clavada en la piel de forma muy superficial puedes desinfectar y extraerla con delicadeza para que no se rompa con ayuda de unas pinzas. Pero si la espiga está clavada en profundidad, solo ves el orificio de entrada o la espiga ha entrado en nariz, ojos o oídos, lo mejor es que no intentes retirarla con remedios caseros. Es necesario acudir al veterinario para que la extraiga de la manera adecuada. Ten en cuenta que sacar una espiga no es fácil: en muchas ocasiones es necesario sedar al perro y en casos más graves puede ser necesario recurrir a una verdadera intervención quirúrgica.